Descubre la Mágica Leyenda del Cerro de la Máscara Pequeña en Aguacatán
Por Francisco López (Ta’ Pla’s Kapyel Q.E.P.D.)
En las tierras del Cantón Aguacatán, al norte de la comunidad, al pie de los Cuchumatanes se encuentra un cerro cuyo bosque guardan historias míticas ancestrales. Los ancianos, custodios de la tradición oral, relatan una leyenda que ha marcado las raíces del lugar.
En tiempos lejanos, un hombre humilde, se vio sumido en la melancolía al no hallar recursos económicos para el alquiler de su traje destinado al baile de moros, en una festividad crucial que se celebra en Aguacatán y es la celebración de su feria titular.
La narración nos sumerge en la vida de este individuo, portador de la esencia de la danza tradicional. En su tristeza por la pobreza, se recostó en una enorme piedra en la Barranca del Río Seco. En ese instante, apareció un jinete misterioso y resplandeciente, montado con majestuosidad en su caballo blanco.
El jinete le pregunta «¿Por qué esa tristeza?» “¿Por qué lloras?” preguntó el caballero con empatía.
«Estoy muy triste porque no tengo dinero para alquilar el traje que me toca portar en la fiesta próxima», respondió el hombre.
«Ven conmigo, súbete a mi caballo. Solo quiero decirte algo. Toma este pañuelo véndate los ojos y no te lo quites hasta que yo te diga», le dijo el jinete.
Transportándose hacia lo desconocido, ascendieron por las laderas del cerro. El hombre, con los ojos vendados, escuchaba atentamente. Al detenerse, escucho que se abría una puerta de tres cerraduras; una vez en las profundidades del cerro, el jinete declaró: «Ahora, quítate el pañuelo y abre los ojos».
Ante él se reveló un lugar mágico y hermoso dentro del cerro. El jinete, resulta, era el dueño del cerro, y aquella escena era un regalo para el afligido hombre para compensar su deseo genuino de participar en el baile de moro.
Inmerso en un mundo mágico, lleno de trajes brillantes guardados cuidadosamente en vitrinas de cristal, el hombre eligió el traje más elegante jamás visto. Sin embargo, al tocar una máscara prohibida, el cerro retumbó y el jinete le advirtió: » ¡No!, ¡no toques esa máscara! Le pertenece al Señor de los Truenos».
El hombre con una emoción incontenible, tomó todo lo que deseaba en sus manos, el jinete indicó: «Vámonos. Lleva contigo tu pertenencia, pero recuerda esto: Participaras en la danza de tu grupo, pero… jamás reveles donde sacaste tu traje, no aceptes ningún regalo. ni un chicle, ni un cigarro, y mucho menos aguardiente de la gente, porque te ofrecerán».
Al abandonar el lugar misterioso de las tres cerraduras, el hombre cerró nuevamente sus ojos para preservar el secreto. Descendieron del cerro y regresaron al punto de encuentro con el jinete.
El Desenlace Trágico: Desobediencia y el Surgimiento del WIK’OJ NI’
Al abrir los ojos, el hombre se percató de que estaba de nuevo en la piedra donde desahogaba su tristeza. Había recuperado la consciencia, con su traje elegante en mano. Al regresar al centro del pueblo, se unió a sus compañeros de baile frente a la Parroquia de Aguacatán.
La magia de su traje hizo en él un bailador excepcional, y la gente se congregó para admirar su singular traje y estilo de baile. Al principio muchas personas lo tentaban, le preguntaban donde había sacado ese traje con estilo único, nunca lo revelaba, rechazó varios ofrecimientos de regalos, de cigarros y chicles
En una eventual distracción viendo que ya finalizaba la feria, le llevó a aceptar un trago de aguardiente para celebrar su éxito. Inmediatamente, se formó un tornado en el cielo, lo elevó ante la atónita mirada de todos y el remolino lo llevo directamente al cerro misterioso, enterrándolo para siempre.
Ese fue la consecuencia de la desobediencia a las recomendaciones del jinete, el traje regresó a su sitio trayendo consigo al infortunado hombre bailador. Así surgió el nombre del cerro conocido hoy como: WIK’OJ NI’, que significa «SOBRE EL CERRO DE LA MÁSCARA PEQUEÑA».
Esta leyenda, adaptada de la versión en awakateko del abuelo Francisco López (Ta’ Pla’s Kapyel) Q.E.P.D. Es un esfuerzo por preservar las tradiciones orales de Aguacatán.
La leyenda del Cerro de la Máscara Pequeña es un testimonio vivo de la riqueza cultural de esta comunidad. Un Rescate Cultural de El Aguacateco, recopilada por el periodista William López.